La Intendencia de Montevideo (IMM) extrajo 31.148 toneladas de basura, plásticos y chatarra, entre otros desechos, de los arroyos y de las cañadas de la ciudad durante 2012. “Lo que estamos haciendo es apagar el incendio”, dijo a El Observador Pablo Fitermann, jefe de Mantenimiento de Cursos de Agua del Departamento de Desarrollo Ambiental, respecto a lo que se puede hacer.
Solo es una ínfima parte de lo que permanece estancado en el lugar o, si llega a correr, de lo que se dirige lentamente hacia el Río de la Plata. ¿Cuánto es eso? Un simple ejercicio: el peso equivale a 166 ballenas azules; pero como estamos en Uruguay, mejor digamos 31.148 ballenas australes.
La cañada Chacarita de los Padres, afluente del arroyo Manga –siendo este afluente del arroyo Carrasco–, próxima a la usina Nº 8 de Felipe Cardoso, es el lugar más visitado a lo largo del año. “Ahí tenemos problemas serios”, dijo Fitermann. Simplemente no se da abasto. Allí los vecinos están acostumbrados a ver un “colchón de nailon” y corre entre los predios el lixiviado (líquido de la degradación de la basura) que se escurre del basurero municipal. Fitermann sabe de lo que hablan los vecinos. “La basura se solidifica arriba del agua”, contó. Tanto que una vez se animó a caminar sobre ella. “Es todo basura flotante. Es brutal”, ilustró.
En 2011 finalizó un proyecto de cohesión social y desarrollo territorial sustentable para la cuenca del arroyo Carrasco de las intendencias de Montevideo y de Canelones con fondos de la Unión Europea (alrededor de € 3 millones) por el que se realizaron operativos de limpieza en distintos puntos del arroyo y sus afluentes. Pero las mejorías fueron mínimas. “Yo estaba muy esperanzado, pero volvimos a lo mismo”, reconoció.
Tres factores contribuyen al problema en todo el departamento: el descarte de la clasificación de los residuos sólidos, el vertido clandestino de industrias y empresas, y los desechos y aguas residuales de los habitantes de los asentamientos irregulares construidos en las márgenes de los arroyos o cañadas. Es por eso que Fitermann sabe que sus hombres limpian hoy para que mañana esté sucio de nuevo. Y que la bandeja de espuma plast, o el pañal, o la goma pinchada, o cientos de veces los mismos elementos fétidos que surcaron hasta allí a través de varios kilómetros. “No tiene ningún sentido el esfuerzo que demanda (la tarea) con la recompensa que tiene”, lamentó. En ese sentido, dijo a El Observador que todavía falta conciencia social sobre el deterioro del medioambiente, así como también soluciones para las familias y más “trabajo policial” para “castigar” al infractor.
Una vez al año la IMM concurre a retirar la basura acumulada en el área de los bañados del arroyo Carrasco. El operativo dura varios días yalcanza para extraer más de 2.000 toneladas. Esto representa, aproximadamente, una vez y media la cantidad de residuos sólidos malolientes que todos los montevideanos desechan en un día.
Es la misma cantidad que ya se retiró de la llamada playa de los Negros –en la desembocadura del arroyo Miguelete– en un operativo que comenzó el 22 de agosto y que aún no ha finalizado aunque ya salieron de allí 700 camiones repletos de mugre, en particular, de bandejas de espuma plast. La comuna solicitó la asistencia de ministerios para contar más maquinaria y vehículos de carga.
Luego de cada día de lluvia hay dos trabajos fijos: la desobstrucción de los puentes de la cañada Chacarita de los Padres y las rejillas de las cunetas de los barrios periféricos. Lo último requiere especial cuidado, puesto que la limpieza de la basura en el interior de los tubos es más costosa y requiere de otros equipos.
Otro punto infaltable en la agenda de las cuadrillas es el arroyo Pantanoso, el curso de agua más contaminado de la ciudad. En el verano de 2011, por ejemplo, alcanzó las 6,12 unidades tóxicas, un parámetro dentro de la categoría muy tóxico. Con todo, más de 13 mil personas viven a menos de 100 metros de este arroyo pestilente. Los desperdicios acumulados se deben a que desde cuchilla Pereira hasta la bahía –15 kilómetros de extensión– recibe descargas de aguas residuales domésticas e industriales (de curtiembres, graserías, entre otras) y desechos de la clasificación informal que le impiden autodepurarse.
No obstante, el jefe de Mantenimiento de Cursos de Agua señaló que la parte más crítica por acumulación de basura se da a la altura de la ruta 5 y aguas abajo. “Allí no tenemos acceso”, reconoció. El problema es que el curso de agua alcanza los 50 metros de ancho y los brazos de las retroexcavadoras tienen nueve metros de largo. El equipo de trabajo, entonces, realiza intervenciones puntuales en las cañadas Jesús María y Victoria, más cercanas a la desembocadura en el Río de la Plata. El jueves y viernes de la semana pasada se actuó en la zona, conocida como la Cantera del Zorro en el barrio Tres Ombúes, y se extrajeron al menos 20 autos herrumbrados. Una vez sacaron 200. El retiro de vehículos robados de los cursos de agua es “recurrente”, indicó Fitermann.
La división Mantenimiento de Cursos de Agua cuenta con cuatro retroexcavadoras, ocho camiones y seis cuadrillas con 70 obreros. Una cuadrilla mantiene el parque del arroyo Miguelete, otra atiende el arroyo Malvín, y otra solo actúa en el Cerro. Estos equipos trabajan de forma permanente en esos circuitos. Por su acción se atajaron 31.148 toneladas de basura que, sea por una cañada o la otra, tienen un solo destino: la playa o la bahía, contaminando todo a su paso debido a su lenta descomposición.