Imagine que ha hecho las compras para la semana y tiene cinco bolsas rebosantes de comida de calidad en la mesada de su cocina. Ahora tome una de esas bolsas y tírela a la basura. Claro, eso sería una acción sin sentido, pero esencialmente es lo que muchas personas están haciendo día a día en Estados Unidos: desechando del 19% al 25% de la comida que compran.
Es uno de los temas populares que se habló la semana pasada en la reunión anual de la Academia de Nutrición y Dietética, en la que tuve oportunidad de hablar con los oradores Andrew Shakman, un defensor del desperdicio de comida y cofundador de la compañía de tecnología alimentaria LeanPath, así como con Kim Kirchherr, un experto en dietética. Señalaron que un estimado de 40% de toda la comida producida en Estados Unidos es desperdiciada y la mitad de esa pérdida sucede en el hogar.
Hay muchas maneras de prevenir el desperdicio de comida, incluyendo guardar los alimentos de forma más inteligente, no comprando productos perecederos de más ni cocinando cantidades suficientes como para todo el barrio cuando se trata de una familia de cuatro personas, por ejemplo.
La conversación me dejó pensando sobre todas las comidas de uso diario descartadas como una cuestión de hábito. Existen partes de frutas y verduras que usualmente son concebidas como recortes o directamente como desechos, pero que en realidad son estrellas culinarias en su propio derecho. Estas son algunas de mis favoritas y cómo usarlas.
Hojas de apio
Hasta hace algún tiempo, la primera cosa que hacía cuando preparaba el apio era cortarle unos centímetros desde el brote y tirar las puntas con hojas. Eso fue hasta que descubrí lo increíblemente sabrosas y suaves que son estas hojas. Hoy no consideraría usar apio en una ensalada o una sopa sin incluirlas.
Las hojas tienen incluso más sabor a apio que los tallos y son ricas en fibra y calcio. Solo arrójelas en una ensalada como haría con cualquier otra hoja o úselas como haría con otras hierbas en sopas o caldos, cocidas o como adorno.
Cáscara de manzana
La mayoría de las recetas que involucran manzanas, ya sean postres, panqueques o comidas agridulces, piden que se pelen las frutas primero. Pero conservar las cáscaras no solo libera al cocinero de un paso previo, sino que también le dan una textura rústica al plato y lo proveen de más nutrición. Dos tercios de la fibra de la manzana están en la cáscara, así como la mayoría de la quercetina antioxidante saludable de la fruta.
Lo mismo sucede con las papas, por cierto: 20% de sus nutrientes están en la cáscara.
Cáscara de los cítricos
La próxima vez que use jugo fresco de limón, lima o naranja en una receta, pele la fruta primero, ya sea con un rallador fino o, para tener lazas más anchas de la cáscara, con un pelador de verduras. La cáscara tiene una capa extra de sabor cítrico para todos los platos y además es rica en vitamina C. Agregue cáscara cortada fina a los aderezos de ensalada y salsas para el pollo o pescado. Utilice un par de lascas de la cáscara en un caldo, sopa o cuando quiera agregarle un gusto cítrico sin dejar que la acidez del jugo domine el sabor.
Cuando pele cítricos esté seguro de lavar las frutas primero y solo use la capa más externa, porque la parte blanca sabe amarga. Haga buen uso del resto de la cáscara al frotarla sobre un dispensado de basura, ya que es un desodorante natural.
Hojas de remolacha
La próxima vez que compre un montón de remolachas, busque las que tenga más hojas en ella, porque no solo son las más comestibles, sino que son increíbles. Como el resto de la familia de verduras de hojas verdes, las de remolacha están llenas de nutrientes (vitamina A, potasio, minerales y más) y son deliciosas salteadas en aceite de oliva con un poco de ajo picado, un chorrito de jugo de cítricos, vinagre, sal y pimienta.
Las hojas de remolacha cocidas son especialmente deliciosas hechas con la raíz de la remolacha en rodajas asadas, ya que la dulzura de la raíz equilibra el agradable amargor de las hojas. Si son hojas jóvenes muy tiernas, las de remolacha también son deliciosas crudas como parte de ensaladas.
Fuente: Ellie Krieger, The Washington Post