El reclamo del sindicato municipal de Montevideo por la reparación de una caldera para que los recolectores de basura se pudieran bañar, puso en jaque la limpieza de la ciudad la semana pasada. Pero no es la primera vez que una reivindicación fuera de lo común de Adeom llega a ese extremo. La conflictiva relación entre el gobierno municipal y su sindicato superó hasta la mismísima guerra de la patente de rodados que, con nombres distintos, ya ocupaba titulares en 1987.Con Tabaré Vázquez (1990-1995), Adeom se mantuvo a raya, pero desde la administración de Mariano Arana (1995-2005), de temple más confrontativo, la izquierda y el gremio han estado enfrentándose, casi sin tregua, en el ring de 18 de Julio y Ejido. Cuando no es por la basura, es por los sueldos, y si no es por los sueldos, es por una caldera, o por otra cosa, pero la historia siempre termina en al menos 72 horas de paro.De Tabaré a Ehrlich
Al mando del secretario general Eduardo Platero, quien reorganizó el gremio al regreso de la democracia, Adeom desarrolló estrategias de diálogo con Vázquez. En ese período consiguió mejoras sustanciales en materia de salario, compensaciones y derechos laborales. Vázquez, por su parte, también tuvo sus conquistas: allanó el camino del Frente Amplio para alcanzar el gobierno nacional y dio el primer impulso a la descentralización (hoy ratificada en la Ley 18.567).Pero con el retiro de Platero en 1994, su lista (la 307), comenzó a perder terreno frente a las propuestas de carácter más radical y corporativo encabezadas por los dirigentes Mabel Lolo, Aníbal Varela y Álvaro Soto. La Adeom de hoy es el resultado de una larga acumulación de poder sumado al rencor por la reestructura de recursos humanos. La comuna durante la administración Arana determinó el ingreso por concurso y el ascenso por méritos (no por antigüedad). Por ello muchos dirigentes del gremio perdieron su puesto, pero no el cargo, y la posibilidad de avanzar en la carrera funcional por falta de capacitación. Además, el sindicato comenzó a ver a la IMM, no como un órgano de gobierno, sino como un agente de mercado, es decir, como un patrón.
A esto se sumó la firma de un convenio excepcional, sin contrapartidas, en el que la comuna no previó cláusula de flexibilización ante shocks económicos. Con el quiebre económico de 2002, la IMM no pudo cumplir con sus compromiso salariales, desatando una escalada de conflicto sin precedentes y con una huelga general por tiempo indeterminado. El error le costó a la comuna US$ 40 millones.La magíster en Ciencia Política y experta en estudios municipales, Altair Magri, analizó que el gremio “tuvo el campo fértil” para convertirse en un actor de veto en materia de decisiones políticas en las funciones de la administración. “En suma, el gremio casi se apoderó de la institución”, afirmó.Mientras que Arana no escatimaba en choques, Ricardo Ehrlich (2005-2010) los evitó. No obstante, no estuvo exento de conflictos. Uno fuerte se desató cuando la IMM intimó al sindicato a cumplir con la fiscalización de la ley de empadronamiento después de la negativa de una asamblea de inspectores de tránsito.El “nuevo” relacionamiento
A Ana Olivera le tocaba, entonces, abrir una nueva etapa. El desafío ya estaba escrito en el Programa Departamental 2010-2015 del Frente Amplio que instaba a que hubiera un acercamiento entre la cúpula y el gremio.Arrancó complicado. A fines de 2010, la intendenta decretó la esencialidad de servicios de limpieza puesto que Adeom dejó que se acumularan en reiterados plazos de hasta 72 horas las 2.600 toneladas de residuos diarias que producen los vecinos. Montevideo estuvo al borde la crisis sanitaria. Magri consideró que por este episodio Adeom perdió una batalla, pero no la guerra, porque se ha consolidado durante décadas.Pero luego la cosa cambió. Hubo elecciones en el sindicato y los radicales perdieron. Desde allí el presidente de Adeom, pasó a ser Emiliano Planells, y el secretario general, Camilo Clavijo. Ambos pertenecen al Partido Comunista de Uruguay, el mismo que Olivera.
La afinidad ideológica es evidente y en más de una oportunidad las partes han destacado el “nuevo relacionamiento”. Pero no es suficiente. La semana pasada, con un nuevo convenio laboral que incluye una cláusula de paz sindical, la ciudad apareció nuevamente desbordada de basura porque los funcionarios del servicio de contenedores no realizaban horas extras en reclamo de deudas impagas, por falta de servicios de auxilio de gomería y por el desperfecto de la caldera que alimenta las duchas en el Cantón de Buceo. Aunque el ciudadano sufrió las mismas consecuencias, ni la IMM ni Adeom hablaron de conflicto. Olivera prefirió catalogarlo de “negativa a trabajar”.Hoy, la población, reprueba a la IMM : una encuesta de Factum registró una desaprobación del 56% para Olivera. El voto de confianza que se había ganado con la esencialidad no aguantó ni seis meses. Pero la sociedad también reprueba al gremio por sus privilegios y sus desmadres.