Gonzalo Muñoz y su empresa TriCiclos establecieron en Chile una red de «puntos limpios» para reducir los daños ambientales, dar trabajo formal a recicladores y enseñarle al público a disponer los residuos
«La basura es un error de diseño», asegura Gonzalo Muñoz.
Foto: WOBI.
TriCiclos es la compañía de reciclaje post-consumo más prestigiosa de Chile. Opera a través de «puntos limpios»: estaciones de reciclado capaces de recibir, procesar y compactar más de 20 tipos de materiales, donde los particulares pueden depositar sus reciclables. Su inspirador es Gonzalo Muñoz Abogadir, quien la fundó en 2009 con dos socios: Joaquín Arnolds, gerente de proyectos del Desafío Levantemos Chile, fallecido en 2011, y el empresario Manuel Díaz. Tal como se lo propusieran, TriCiclos se convirtió en una empresa distinta por el hecho de «valorar el capital humano por sobre el financiero», en palabras de Muñoz. Fue la primera, fuera de América del Norte, en ser certificada como empresa B, una acreditación asignada solo a compañías con fines de lucro que cumplen con una serie de normas sociales y ambientales muy rigurosas (ver recuadro).
LA EMPRESA Y SUS «PUNTOS LIMPIOS»
La base de operaciones de TriCiclos está en el municipio de Las Condes, en las afueras de Santiago de Chile. El eslogan de la empresa es: «La basura es un error de diseño». Argumentan que «la naturaleza no produce basura sino que reintegra en los ecosistemas los residuos generados», y consideran que «es urgente provocar un cambio en la forma de entender el desarrollo», lo que implica modificar hábitos de consumo.
Los «puntos limpios» brindan beneficios en tres niveles: ecológico, económico y laboral. Mientras contribuyen a resolver el problema ambiental urbano de la disposición final de los residuos generados —con el plus de educar a la población en ese sentido—, ofrecen a las empresas que los patrocinan una manera de cumplir con la legislación y las regulaciones vigentes en Chile, y dan un empleo formal a los recicladores tradicionales. Éstos separan los materiales reciclables y reciben las ganancias provenientes de su venta a plantas procesadoras.
A poco más de cinco años desde su fundación, TriCiclos ocupa a casi un centenar de trabajadores a tiempo completo, a los que se suman una decena con dedicación part-time y otros 22 que pertenecen a negocios inclusivos.
TriCiclos tiene dos tipos de instalaciones para iniciar el proceso de reciclado: los puntos limpios de 12 bocas, y los mini módulos de tres a seis bocas. En cada uno se establecen las «eco-equivalencias», que son las cantidades de agua, energía, petróleo y árboles que se han ahorrado con el aporte de los residuos.
Un fenómeno que pone en evidencia el crecimiento de la empresa es que los mismos proveedores que antes se resistían a acordar con la organización, hoy le otorgan importantes descuentos a condición de que se les permita comunicar que están trabajando con TriCiclos.
Grandes compañías como Coca-Cola, Unilever, Nestlé, Walmart y PepsiCo, con apoyo del Ministerio de Medio Ambiente de Chile, comenzaron a gestionar una red de puntos de reciclaje colectivo, ubicados en distintas comunas de Santiago, con capacidad para recuperar hasta 1.200 toneladas de residuos cada año. Para 2017, TriCiclos pretende alcanzar los 350 puntos limpios en el país, y capturar así un 3% del mercado del reciclaje, equivalente a US$ 437 millones.
EL RECONOCIMIENTO DE LOS MENORES
En agosto de 2014, en Nueva York, un jurado de líderes empresariales de distintos países, integrantes del panel de selección internacional de Endeavor, eligió por unanimidad a Muñoz como «emprendedor Endeavor», por haber convertido a su compañía de reciclaje post-consumo en la de mayor reputación en Chile, y en la única capaz de rastrear y monetizar el cumplimiento de la responsabilidad extendida del proveedor, a través de sus puntos limpios.
Recientemente, la organización recibió un nuevo reconocimiento: el Premio Hub Sustentabilidad, otorgado por el periódico de negocios chileno El Pulso. Hub Sustentabilidad fue diseñada como «una plataforma para la difusión, el debate y análisis de temáticas relativas a negocios sustentables en Chile, con la misión de informar y sensibilizar tanto a la opinión pública como al mundo empresarial sobre las oportunidades y desafíos que presenta esta nueva forma de emprendimiento», explican en el periódico.
PERFIL DE UN LÍDER CULTURAL
Gonzalo Muñoz nació en un hogar acomodado e inspirado por los valores que él expresa. Su madre es la periodista Ximena Abogabir, cofundadora de la Fundación Casa de la Paz, institución que impulsa «la educación y los acuerdos para la sustentabilidad». Al volcarse al desarrollo de TriCiclos, Gonzalo —padre de familia con tres hijas— renunció a la gerencia de una empresa agroindustrial, se mudó a un departamento más pequeño que su amplia casa y reemplazó su auto por una bicicleta.
El emprendedor aboga por un «capitalismo 2.0», consciente, responsable y evolucionado, y se muestra preocupado por un aspecto clave del problema de la basura: el sobreconsumo. Está convencido de que los inversores hoy prefieren financiar empresas preocupadas no solo por el cumplimiento de la ley, sino por hacer aun más de lo que la legislación les exige.
Otra de las cosas que hace de TriCiclos una empresa muy especial es que el sueldo más bajo de la compañía no puede ser inferior a la duodécima parte del más alto. Por otra parte, un 10% de la propiedad es de los empleados, y un tercio de las utilidades se distribuye entre todos los trabajadores en forma lineal. «Nos preocupamos porque el clima laboral resulte agradable y porque quienes trabajamos en la empresa nos sintamos orgullosos de pertenecer a ella», afirma Muñoz.
QUÉ SIGNIFICA SER UNA «B corp»
Las «B corps» (benefit corporations), o empresas B, surgen de un movimiento global que apunta a solucionar problemas sociales y ambientales desde los productos y servicios que comercializan. Para obtener esta certificación deben pasar por un riguroso proceso, en el que se analizan todas las dimensiones de la organización. Además, deben estar dispuestas a hacer las modificaciones legales necesarias, tanto en sus estatutos como en el pacto de accionistas, para proteger la misión y el propósito empresarial que las lleva a combinar el interés público con el privado.
La organización sin fines de lucro B- Lab certifica a una compañía como empresa B una vez que comprueba que cumple con los rigurosos estándares de desempeño ambiental y social, responsabilidad y transparencia exigidos.
A comienzos de 2015 había en el mundo 1.195 empresas B, originarias de 37 países y pertenecientes a 121 industrias, todas ellas con el objetivo común de redefinir los conceptos de negocio y éxito.
Una empresa B, si bien aspira a la rentabilidad, lo hace tomando en cuenta las necesidades de la sociedad y el medio ambiente. Sus propósitos se vinculan con crear un beneficio público general, definido como «algo que produzca un impacto material positivo en la sociedad y el ambiente». Sus directores y gerentes operan el negocio con la misma autoridad que en una empresa tradicional, pero se les exige considerar el impacto de sus decisiones no solo en los accionistas sino además en la sociedad.
Mientras en una compañía tradicional los accionistas examinan básicamente el desempeño financiero de la organización, en una empresa B miden el desempeño en términos de las metas de la corporación que benefician a la sociedad y el medio ambiente, y determinan si ha generado un impacto material positivo.
En EE.UU., el requisito de transparencia obliga a estas empresas a publicar reportes anuales sobre su desempeño social y ambiental usando estándares creíbles de terceros independientes. Los accionistas tienen derecho a exigirle a la compañía el cumplimiento de su misión, si perciben que el negocio no ha alcanzado su propósito de crear un beneficio público general. Las disputas sobre el impacto material positivo se dirimen en la Justicia.
Una de las principales ventajas de la certificación B es que convierte a una compañía en referente por sus actividades sociales y ambientales. Además, permite que la empresa y sus empleados accedan a descuentos por parte de entidades externas asociadas, y los exime de pagos en préstamos para la educación.
Dado que la certificación no goza aún de estatus legal ni se trata de una evaluación abierta, el público no tiene acceso a la documentación en la que se basan los puntajes asignados por B-Lab a cada empresa. (WOBI)