Joaquín Sánchez tiene 16 años y nació y vive en San Martín de los Andes. Desde que tiene memoria, su sueño era convertirse en un brigadista: un «héroe del verano», como llama su mamá a esos jóvenes voluntarios de la Asociación Amigos de la Patagonia (AAP) que, cada enero y febrero, reciben a miles de visitantes que llegan al Parque Nacional Lanín.
Con la convicción de que pasar seis horas diarias de sus vacaciones creando conciencia ambiental vale la pena, los brigadistas esperan la llegada de autos, colectivos y mochileros en los ecopuestos que la asociación tiene distribuidos en 11 puntos del parque. A cada persona le entregan un folleto informativo con el lema «Ayudanos a cuidar este maravilloso lugar: ¡no dejes residuos!». Allí se explica la importancia de separarlos utilizando los contenedores y una bolsa de papel reciclado para que coloquen la basura. También brindan información sobre su misión y cualquier otra orientación que requieran los visitantes.
«Cuando era muy chiquito, mis hermanas, que hoy tienen 24 y 22 años, ya eran brigadistas. Yo las ayudaba en lo que podía, y al cumplir los 16 tuve la suerte de poder sumarme como voluntario», cuenta Joaquín. «Éste es mi segundo año y espero seguir haciéndolo hasta que me vaya a estudiar a la universidad: entonces, voy a continuar colaborando de otra manera. ¡Pero nunca voy a dejar!»
La AAP fue creada en 1999 en San Martín de los Andes, con el objetivo de difundir las problemáticas que enfrenta el medio ambiente y concientizar sobre la necesidad de cuidarlo. Haciendo hincapié en la educación como el medio más eficaz para lograr individuos mejor capacitados en enfrentar problemas ambientales, se propone contribuir en la construcción de una comunidad sustentable. Sebastián Homps, su director ejecutivo, explica: «El objetivo es no sólo trabajar en la gestión de residuos, sino en el cuidado del agua y los recursos naturales. Nuestra misión fundamental es la educación ambiental».
La semilla que dio origen a los ecopuestos comenzó a germinar en 1994, cuando los fundadores de AAP vieron con preocupación cómo la basura se acumulaba en la costa del lago Lolog, uno de los más visitados del parque. «El verano pasado, 145.000 visitantes recibieron información y bolsitas para la basura. Este año posiblemente superemos ese número», dice Homps. «Buscamos reducir los residuos que producen los turistas, pero la idea es contagiar un cambio de actitud no sólo en los visitantes, sino en los que viven en la zona. El cuidado ambiental no debe ser una carga, sino algo natural.»
Joaquín sostiene: «Lo que más me gusta de ser brigadista es la respuesta de la gente: se informan, te agradecen y sienten que lo que hacemos marca la diferencia». Y concluye: «Yo quiero poner mi granito de arena: estoy seguro de que entre todos vamos a lograr un mundo mejor».