En tránsito y basura se puede hacer más
Las obras anunciadas por la Intendencia de Montevideo para el quinquenio son todas útiles pero aportan solo parches incompletos en materia de tránsito y basura, los dos problemas más graves que abruman a la capital. El movimiento vehicular es caótico en las horas de mayor flujo en muchas partes de la ciudad, debido a la vertiginosa multiplicación del parque automotor en los últimos años. Debió ir acompañado por mejoramientos de las calles y avenidas para evitar atosigamientos y abatir el constante aumento de accidentes, que cuestan cientos de vida cada año. Pero han pasado varias intendencias del Frente Amplio que no han sido capaces de aportar gestión y dejar de lado la ideología para resolver los problemas.
El intendente Daniel Martínez anunció ahora, entre otras medidas menores y de escaso impacto, la construcción de pasos a desnivel en solo tres puntos peligrosos. La instalación de pasos elevados es un instrumento idóneo para dar mayor agilidad y seguridad en el tránsito, ya que reduce los cruces y permite eliminar semáforos (que han proliferado en exceso), lomos de burro y carteles de pare, que enlentecen el tránsito y causan accidentes muchas veces fatales. Su costo es relativamente bajo, lo que debería conducir a construirlos en más puntos de la ciudad.
Por ejemplo, en la década de 1970 en Caracas, una ciudad donde la abundancia de vehículos y el combustible a precio de regalo convertían el tránsito en una pesadilla, se construían en 24 horas pasos elevados, con una ingeniería sencilla y por toda la ciudad. Y el programa que acaba de anunciar la intendencia montevideana no incluye soluciones de fondo, como la ampliación de vías importantes y construcción de estacionamientos mediante acuerdos con consorcios privados. Una propuesta privada, hace dos décadas, para convertir a avenida Italia en una vía rápida, ampliada y con menos cruces, fue inexplicablemente desechada por el gobierno municipal de entonces.
Y en el crítico problema de la suciedad montevideana, Martínez anunció que se invertirán US$ 17 millones en convertir la usina de Felipe Cardoso en un Centro Ambiental y Planta de Reclasificación, para que los hurgadores abandonen las calles y pasen a trabajar en ese lugar. Previos intentos municipales en ese sentido han fracasado totalmente. Miles de hurgadores siguen recorriendo las calles y avenidas de la ciudad, incluso en vías que les están vedadas, contribuyendo decisivamente a la suciedad de la capital, a la degradación urbana y a aumentar los peligros en el tránsito. Será un cambio saludable si Martínez logra un éxito que eludió a sus predecesores y que solo alcanzará con mayor firmeza y eficacia ejecutiva.
No se le puede exigir al nuevo intendente que solucione rápidamente los problemas mayores de la ciudad que, en el caso de los hurgadores, vienen desde antes de que el Frente Amplio llegara al gobierno municipal hace un cuarto de siglo. Pero el programa de mejoras que acaba de anunciar se queda corto en los objetivos para solucionar los dos problemas principales, en los que pueden lograrse avances sustantivos. Pero solo será posible si, además de los US$ 250 millones anunciados por Martínez para 17 proyectos (y que corren el riesgo de no ser autorizados), se recurre en mayor grado a la inversión privada, como se ha hecho parcialmente con la estructura de rutas nacionales.
