La historia eterna de la esquina de camino Paso de la Española y Cipó, en el barrio Capra, es fácil de contar: una volqueta vacía y otra con una sola bolsa, pero varios kilos de alimentos en descomposición, carcasas de viejos televisores, botellas, escombros y pedazos de polifón esparcidos más allá de 100 metros del contenedor, sobre la tierra y sobre el agua pestilente de la cuneta de la calle. El único rincón limpio tiene menos de dos metros de ancho y está frente a la reja de una modesta vivienda, cuya dueña sale a barrer, sabiendo que tendrá que volver a hacerlo al poco rato. “Está en mi puerta y se llena de basura”, criticó.
Allí hay un Punto Verde, un servicio de volquetas contratadas por la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM) para que los clasificadores de la zona depositen allí los materiales que quieren desechar al no tener valor de reventa; así como para los jardineros particulares y para la basura inédita de los vecinos (por ejemplo, electrodomésticos, escombros, colchones). “La idea es que no los lleven a sus casas y arrojen la basura, por ejemplo, en cursos de agua, pero se ha desvirtuado su uso”, apuntó la asesora del Departamento de Desarrollo Ambiental, Lourdes Gadea. En la práctica no son más que basurales y el nombre de “punto verde” queda solo en un eufemismo.
Los vecinos del Punto Verde de Rancagua y Río Guayas, en el Cerrito de la Victoria, sienten la misma indignación. Una señora comentó a El Observador que los vecinos de la cuadra llamaron a la IMM en febrero para que viniera a levantar la acumulación de basura por fuera de la volqueta y no han tenido respuesta. Ayer a la mañana estaba repleta muy por encima de su capacidad y todo alrededor era un verdadero vertedero en el que viven varios indigentes. Sin embargo, la mujer y Manuel Darío Larrosa, un trabajador de la Obra Padre Cacho que está encargado de la limpieza de los alrededores de la volqueta por menos de $7.000 al mes (y que le pagan cada dos meses), coincidieron en que estaba “limpito”. Hace dos meses, Manuel, en su primer día, embolsó tantos desechos que llenó 19 volquetas. “Hoy, por lo menos, no encontré un chancho muerto como el otro día”, relató. Tampoco estaba la volqueta prendida fuego como la halla varias mañanas cuando llega a las 8. Según él, por la noche van camionetas que tiran sus desperdicios en esa esquina.
“Vayan al Punto Verde del Hipódromo. Van a ver que es un asco”, recomendó Manuel. Dicho y hecho. En la calle Shaw entre Belloni y Guerra no hay nadie que pase la escoba. Bolsas, electrodomésticos inservibles y montañas de aserrín, yerba y bosta de caballo infectan el lugar a varios metros de la volqueta. Un indigente se hizo allí una carpa que comparte con varios perros -uno por lo menos sarnoso- y gatos que toman el sol sobre la roña, mientras su dueño amenaza con golpear al fotógrafo de El Observador por invasión de privacidad.
Basurales endémicos
El director de Desarrollo Ambiental Juan Canessa reconoció que los puntos verdes “cumplen una función para el descarte, pero las empresas tiran allí materiales, otros van a clasificar y se terminan generando basurales”. Parte del problema es que las empresas de las volquetas -que acuden al lugar de lunes a sábado- solo sustituyen la volqueta repleta de basura por una vacía pero no levantan ni una bolsa de la mugre desparramada a su alrededor.
Gadea indicó que hoy “son un instrumento a estudio”, pero con más chance de desaparecer en la medida en que haga “ebullición” el Plan Director de Limpieza. “Casi seguro que no van a permanecer”, agregó. Además, en los últimos años la IMM ha venido eliminándolos del mapa debido a las complicaciones que representan para los barrios, además del costo de la contratación de las empresas de las volquetas. En 2002, año de su instalación, había 34 puntos verdes en funcionamiento; hoy hay unos 20.
En agosto de 2011 se eliminó el punto verde correspondiente al Municipio CH, que estaba ubicado en Magariños Cervantes entre Miguel Martínez y Jacinto Vera. “Ese punto verde se había convertido en un basural” dijo Sylvia Pastorino, directora del Centro Comunal Zonal 4. El punto verde fue sustituido por una guardia de 24 horas. Canessa indicó que una solución posible estará dada por la creación de cuatro plantas para la clasificación de envases que la IMM tiene previsto concretar este año. Cada planta podrá recibir hasta 32 clasificadores simultáneos.
“Cumplen una función para el descarte, pero las empresas tiran allí materiales, otros van a clasificar y se terminan generando basurales”
Juan Canessa
DIRECTOR DE DESARROLLO AMBIENTAL DE LA imm
“Hoy, por lo menos, no encontré un chancho muerto”
Manuel Darío Larrosa
TRABAJADOR EN PUNTO VERDE