Las bolsas de la discordia
En Uruguay y en el resto del mundo se debate la prohibición de las bolsas plásticas, un producto cómodo y útil pero que es un contaminante peligroso para el ambiente
Cuando un uruguayo va al supermercado, suele volver a casa con su compra dentro de varias bolsas de plástico. Estos objetos son una de las maravillas cotidianas que los humanos usamos en el día a día sin siquiera percibirlo.
No solo acarrean nuestras compras, viandas o cualquier otro objeto, sino que también se pueden usar como recipiente de residuos dentro de una papelera, para levantar la caca del perro o incluso como protección improvisada contra la lluvia. Lo mejor es que pueden contenerse a sí mismas, es decir que dentro de una bolsa de plástico se pueden poner otras bolsas y almacenarse en grandes cantidades para usarlas otro día, porque además tienen la particularidad de ser durables, baratas y ocupar poco espacio.
Pero estas maravillas modernas son también un enorme problema para el medioambiente. El plástico, al contrario del papel o de los materiales biodegradables con los que también pueden hacerse bolsas, no se degrada completamente, sino que se reduce a fragmentos de menos de cinco milímetros llamados microplásticos. El tiempo que lleve esta degradación depende del tipo de plástico del que esté compuesto un objeto.
Hay siete categorías de resinas plásticas consideradas a nivel mundial y que se identifican con un símbolo compuesto por tres flechas y un número que indica ante qué tipo de plástico se está. Las bolsas que habitualmente se reciben en el supermercado pertenecer al tipo cuatro, que identifica al polietileno de baja densidad, o al dos, que es de alta densidad.
El biólogo Emanuel Machín explica que el plástico es un material hidrofóbico (es decir, que rechaza el agua) y esto favorece la absorción en su superficie de los llamados contaminantes orgánicos persistentes (COP), que se acumulan en la superficie del plástico. Por tanto, cuando un animal ingiere ese plástico de forma accidental o incidental (por ejemplo, lo confunde con alimento), dichos contaminantes ingresan a la cadena alimenticia, pudiendo eventualmente llegar a los humanos. Esto sucede tanto con las bolsas como con cualquier otro objeto plástico que se desecha.
Machín aclara que se desconoce el impacto de los desechos plásticos en la salud humana porque no hay estudios concretos sobre el tema. No obstante, gradualmente se está comenzando a analizar este tema, porque los COP que se adhieren al plástico son tóxicos y carcinógenos. En palabras del científico, se está ante una «bomba de tiempo».
De todas formas, más allá del impacto en los humanos, el plástico afecta a la fauna y a la biodiversidad, ya que la ingesta de este material produce obstrucciones y perforaciones en los intestinos y estómagos de los animales, además del mencionado envenenamiento.
Problemas de gestión
En Uruguay se utilizan unos 1.400 millones de bolsas plásticas al año, según datos de 2008 presentados en su sitio web por la asociación sin fines de lucro Cempre.
Varias de esas bolsas no terminan en los basureros como deberían, sino que son encontradas en la costa uruguaya. El año pasado, la bióloga marina Silvana González de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara) afirmó que las botellas y las bolsas fueron los desperdicios más encontrados cerca de la costa. «Esto indica fallas en la gestión de residuos urbanos», dijo el pasado diciembre a Cromo.
Machín considera que el plástico es el tipo de desecho que se descarta en mayor cantidad, aunque considera que las bolsas son solamente parte de un problema mayor. El biólogo participó en un estudio reciente sobre los desechos plásticos en Uruguay, para el que se analizaron 23 vertederos públicos, de los cuales ocho están a menos de cien metros de un cauce de agua. De hecho, dos de esos ocho, ubicados en Salto y Trinidad, están sobre un cauce. También incluyeron imágenes de los arroyos Colorado y Chacarita cubiertos de basura. Ambos desembocan en el Río de la Plata.
«La gestión y la investigación no van de la mano» en Uruguay, considera Machín, Para demostrar su punto cuenta que en enero organizó junto a su colega Pablo Lozoya un simposio sobre los residuos plásticos en los ecosistemas acuáticos del país, al cual invitaron a integrantes de varias intendencias y de los organismos de gestión de residuos. Ninguno asistió al evento.
En Uruguay se están tomando medidas a nivel legislativo desde hace algunos años, por lo que la situación parece estar cambiando.
La ley de la bolsa
En 2008 se presentó ante la cámara de Diputados un proyecto de ley que establecía: «Las bolsas que se utilicen para la contención y transporte de mercaderías, entregadas al público por los hipermercados, supermercados, shoppings, ferias y comercios en general, deberán estar constituidas de material degradable, oxobiodegradable o biodegradable».
Ese proyecto establecía un plazo de 24 meses para implementarse, así como sanciones para quienes no cumplieran con lo estipulado. Como un antecedente similar se contaba con la llamada «ley del envase», que refiere a la ley 17.849 de 2004, que establece el uso de envases no retornables siempre que fuera posible para reducir su cantidad. El decreto que reglamenta esa ley también establece el impulso a la utilización de bolsas reutilizables por parte de los comercios de grandes superficies.
Si bien el proyecto de 2008 no prosperó, el pasado 26 de mayo el senador Pedro Bordaberry presentó otro proyecto en la Cámara de Senadores, que establece en un plazo de tres años la prohibición de la «fabricación, importación y comercialización en todo el territorio nacional de bolsas de plástico, de polietileno o de cualquier polímero plástico, no biodegradable, con destino a su uso para la expedición o transporte de objetos por el consumidor final».
Este proyecto establece el control de la situación a cargo del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, a la vez que indica que «todo comercio que entregue bolsas a sus clientes para el traslado de los artículos que haya adquirido, tendrá que tener a la vista bolsas reutilizables para su venta». Actualmente el proyecto está en fase de estudio dentro de la comisión de Medio Ambiente de la Cámara de Senadores.
Pocas alternativas
Según los datos de Cempre, cada habitante de la República Oriental del Uruguay tiene un consumo promedio de 432 bolsas por año, la mayoría de las cuales se reciben en los comercios, donde, al contrario de lo que sucede en otros lugares del mundo, no hay una alternativa clara a las bolsas plásticas.
Las cadenas locales de supermercados utilizan bolsas que no son biodegradables, sino oxobiodegradables, tanto importadas como fabricadas localmente. La diferencia entre estos dos tipos es que las oxobiodegradables utilizan agregados químicos para generar la descomposición, que como se aclara en un texto impreso en las bolsas, se da en determinadas condiciones de oxígeno, luz solar, temperatura o por la presión de una máquina. Esta degradación se produce en un plazo de entre 12 y 24 meses.
Por su parte, las bolsas biodegradables están fabricadas con materiales naturales que se descomponen por sus propias cualidades. De todos modos, los supermercados ofrecen la posibilidad de comprar bolsas biodegradables que puedan reutilizarse, aunque en ese caso también involucra la buena voluntad, billetera y concientización de los clientes.
En la comparación con las bolsas de papel, las de plástico tienen la ventaja de ser más baratas de fabricar y de importar, ocupar menos lugar (para los usuarios y en los basureros) y al momento de producirse industrialmente generan tanta contaminación como sus pares.
Fuera de fronteras
«Las bolsas de plástico que ahogan a la vida marina deberían estar prohibidas o ser eliminadas rápidamente en todos lados. No hay justificación para seguirlas produciendo», dijo en 2009 el brasileño Achim Steiner, director ejecutivo del programa ambiental de las Naciones Unidas.
Cada vez más países están siguiendo el consejo de Steiner, prohibiendo o estableciendo impuestos sobre las bolsas de plástico, aunque no dejan de ser una minoría.
Uno de los países pioneros y que mejor ejecuta la prohibición es Ruanda, donde los turistas son obligados a entregar sus bolsas plásticas al llegar al país. Desde 2008 el país africano no permite estos objetos porque contaminaban el agua y los espacios cultivables, y ahora la ciudad es una de las más limpias del continente.
Otros lugares del mundo donde están prohibidas completamente son Bangladés, Taiwán,China, Kenia, Italia y la ciudad de Mumbái en la India y Ciudad de México. Países europeos como Dinamarca y Finlandia han optado por los impuestos, mientras que en otros lugares del mundo, como Estados Unidos o España, se está debatiendo hasta qué punto es productivo eliminar este tipo de recipientes.
Leyes y proyectos
En Uruguay se han presentado dos proyectos de ley destinados al control y la regulación del uso de las bolsas de materiales plásticos. El primero, de 2008, fue presentado en la Cámara de Diputados pero no logró ser aprobado. Proponía un abandono total en un plazo de dos años del uso de bolsas plásticas, reemplazándolas por bolsas biodegradables. El segundo, presentado el pasado mayo en la cámara de Senadores, propone algo similar, aunque otorga un plazo de tres años para implementar el cambio y solamente uno para dejar de usarlas para «envolver diarios, revistas, medicamentos, ensobrar facturas, recubrir paquetes, ropa de tintorería o lavandería».
Ejemplos internacionales
Ruanda. Este pequeño país africano ha logrado prohibir con éxito las bolsas de plástico, que los turistas deben dejar en el aeropuerto al llegar al lugar. Esta medida, entre otras, ayudó a que Ruanda sea considerado uno de los países más limpios del continente, eliminando las grandes concentraciones de basura y evitando que los desperdicios terminen inundando las calles.
Estados Unidos. La ciudad de San Francisco fue la primera en regular el uso de las bolsas de plástico y el estado de California es uno de los lugares más abocados al control de las mismas. Por el contrario, estados como Arizona, Texas, Florida y Missouri han establecido (o están estudiando hacerlo) que no se puedan implementar prohibiciones o impuestos exclusivos a este tipo de recipientes. En Nueva York, el alcalde Bill de Blasio está analizando implementar una regulación sobre el tema, ya que el asunto estaba en su programa de campaña. Hay un debate establecido en los circuitos interesados en si es necesario o no imponer medidas sobre las bolsas.
Bangladés. En 2002 fue el primer país del mundo en establecer una prohibición total sobre las bolsas, luego de que se determinara que habían atascado los sistemas de desagüe durante una serie de devastadoras inundaciones, en 1988 y 1998, que anegaron dos tercios del país asiático. De todas formas, la propuesta no ha sido totalmente exitosa y el problema de las bolsas de plástico sigue latente.
Dinamarca. Hoy en día es considerado el país europeo que menos bolsas plásticas utiliza, con apenas cuatro por año por persona, gracias a un impuesto implementado en 2003 y una campaña que alentaba el uso de bolsas reutilizables.
