Arranca hoy un nuevo intento de impulsar la separación de residuos en la ciudad de Buenos Aires. Otra vez, como en 2002, los supermercados participarán de la iniciativa, pero esta vez algo cambiará: las bolsas que se entregarán habrá que pagarlas, serán verdes y negras, y tendrán dos tamaños.
El cambio, que es parte de la reglamentación de la ley denominada basura cero, afectará al 75 por ciento de los habitantes de la ciudad. Es que es ese porcentaje el que, según cifras oficiales, reutiliza las bolsas de supermercados para tirar sus desechos. El objetivo que persigue la normativa, que incluirá a otros comercios paulatinamente, es disminuir a la mitad los 1160 millones de bolsas que se entregan anualmente.
Si bien los empaques que distribuirán los súper e hipermercados están pensados para colocar, por un lado, los residuos reciclables (en los verdes) y, por el otro, no reciclables (en los negros), la separación no será aún obligatoria en el distrito. Es que todavía no están listos todos los mecanismos para que pueda funcionar aceitadamente.
«Creemos que en mayo, cuando toda la ciudad tenga contenedores y las cooperativas de cartoneros ya tengan asignadas definitivamente las zonas de trabajo, los vecinos tendrán que empezar a separar sus residuos», aseguró Diego Santilli, ministro de Ambiente y Espacio Público porteño.
Sólo entonces, cada vecino podrá optar entre dejar sus desechos reciclables en los contenedores con tapa verde y coordinar con los cartoneros que trabajen en su barrio para retirar los residuos.
Por ahora, quienes separen la basura y no cuenten con contenedores en su barrio pueden acordar telefónicamente con cooperativas de cartoneros o buscar el punto de recolección más cercano a su domicilio en www.dondereciclo.org.
En una recorrida, LA NACION comprobó que los vecinos se están haciendo a la idea de comprar las bolsas (las chicas costarán $ 0,15, y las grandes, $ 0,25). Incluso varios de los consultados ya utilizan carritos para transportar los productos, en lugar de cargarlos en bolsas de plástico.
«Estoy absolutamente de acuerdo. Ahora estoy en horario de trabajo y salí a comprar algo de emergencia, pero cuando tenga que hacer las compras, voy a optar por llevar mi propia bolsa», dijo Vanesa Boquete, que pasa buena parte de su jornada en Puerto Madero.
«Me da lo mismo. Hay supermercados que ya las cobran. No creo que el precio de la bolsa influya», sostuvo Bernardina Ramos, que vive en Congreso y no reutiliza los empaques para sacar los residuos.
Rodrigo Cruces fue más práctico. Como las nuevas bolsas ya se venden en las principales cadenas de supermercados, las compró porque tienen mayor capacidad. «Sí, me las vendieron. Prefiero llevar una sola bolsa que decenas de más chicas. Además, me parece que es una buena iniciativa», indicó.
UN TEMA COMPLEJO
El volumen de residuos que se genera en la ciudad de Buenos Aires es un tema complejo para la gestión del gobierno local. No es fácil ni se ha logrado, hasta el momento, una disminución importante de las 6300 toneladas de basura que se generan en el distrito cada día.
El mayor problema es la disposición final de esos desechos, ya que el único relleno disponible para la jurisdicción está en el partido bonaerense de San Martín y tiene una vida útil máxima de dos años más.
Para solucionar ese problema, el gobierno porteño llamó a licitación para crear plantas de tratamiento de residuos para 3000 toneladas diarias. «La idea es deshacerse de la basura con tecnología. Pueden ser tres plantas que procesen 1000 t cada una», explicó Santilli.
El ministro negó de plano que se tratara de una puerta para la incineración, que está prohibida por ley. «No hay ninguna de las tecnologías que estamos evaluando que sea incineración. Será tratamiento biológico, que puede incluir transformación en energía», indicó.
El segundo problema es la licitación del servicio de recolección. El vigente, por el que se pagan $ 1600 millones anuales, vence en marzo del año próximo. «En los próximos días, llamaremos a una nueva licitación», aseguró el funcionario.
El próximo contrato dividiría a la ciudad en seis o siete zonas, y apunta a buscar empresas con tecnología para cargar y descargar los nuevos contenedores.