«En 2002 ese rubro creció».
Un aspecto vinculado al mismo es la relación de la Intendencia con los clasificadores. Se estima que unas 5.500 familias viven del reciclado. Algunas familias tienen más de un carro porque trabajan varios de sus integrantes.
«Con la crisis de 2002 ese rubro creció», dice Olivera. «Mucha gente que venía del trabajo formal se ocupó en ello y no ha retornado al trabajo formal. La clasificación de residuos le aporta más recursos que los que obtendría en un trabajo formal en función de la calificación que tiene».
La intendenta sostiene que es problema complejo y sin solución fácil, y destaca que se está trabajando con siete cooperativas de clasificadores, y se va a iniciar un plan piloto por el cual 40 clasificadores serán reconvertidos en trabajadores de la construcción, y ya hay una empresa que se comprometió a contratarlos.
Por otra parte la intendenta fue enfática al señalar que «más allá de que sigan existiendo los clasificadores, no debe haber niños en los carros. Estamos con el INAU, Mides, porque eso es hipotecar el futuro de esos niños y niñas».