Todos los cursos de agua de Montevideo “están siendo severamente afectados, impactados y en forma creciente, por el vertido de residuos sólidos”, concluyó el informe 2011 del Programa de Monitoreo de Cuerpos de Agua.
A partir de ese año se comenzó a utilizar el Índice Global de Calidad de Agua del gobierno canadiense. Su escala va del 0 –muy pobre– a 100 –excelente–.
Seis de los 10 arroyos urbanos no superan la frontera del 44 que separa la categoría “pobre” de la “regular”. Al Miguelete y a los arroyos Las Piedras, Carrasco y Manga les retrocede la calificación a “pobre”. Los arroyos Colorado y Toledo fueron calificados de “regular”.
Pero es tal el deterioro de los cursos de agua montevideanos que el Servicio de Evaluación de la Calidad y Control Ambiental de la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM) partió la escala original para puntuar aquellos con calidad “muy pobre” (por debajo del 29), y dedicársela al Pantanoso y a las cañadas Cantera y Chacarita. El río Santa Lucía es el único aceptable.
“La novedad es que dejaron todos de ser muy pobres”, dijo Beatriz Brena, directora de Unidad de Calidad de Agua de la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM). Antes “eran cloacas a cielo abierto”, agregó.
De todos modos, esa descripción todavía sirve para el Pantanoso, que sufrió un revés en 2011 y donde flotan coliformes fecales 500 veces más que el límite permitido: un millón por cada 100 mililitros. Para peor, más de 13 mil personas viven a menos de 100 metros de este arroyo.
Brena aseguró que las mediciones de 2012 van a registrar mejoras y que la situación será más favorable a medida que finalicen las obras del Plan de Saneamiento Urbano IV, las que hoy contribuyen al incremento de la toxicidad. No obstante, la erradicación de asentamientos no hará tan fácil que corra agua limpia. En 2011, la IMM extrajo más de 31 mil toneladas de desechos de los cursos de agua.
Miguelete
El arroyo Miguelete –a cuyas márgenes viven 325 mil personas– registró en 2011 un incremento significativo en la toxicidad durante el verano: de 1,90 unidades tóxicas (moderadamente tóxico) a 3,16 (nivel tóxico).
El trayecto superior atraviesa una zona rural donde hay pocas industrias que vierten sus efluentes al curso. Aguas abajo, al sur de Instrucciones, el Miguelete circula lentamente entre varios asentamientos. Allí recibe el descarte de la clasificación de los residuos sólidos. Pero, en 2011 se sumó otro factor: el vertido de las obras de construcción de la nueva red de saneamiento.
Desde que cruza Aparicio Saravia hasta que se desagota en la bahía, los valores de coliformes fecales exceden el límite de la normativa vigente (2.000 FC/100ml) durante todo el año.
A su vez, las bacterias requieren oxígeno para la descomposición y, por lo tanto, se lo arrebatan al agua. Cuanto menos oxígeno, menos posibilidad de que prospere la vida vegetal y animal. El mínimo permitido para el oxígeno disuelto (OD) es de 5 miligramos por litro (mg/l). En varios tramos del Miguelete el indicador casi no se despegó del 0 en el verano.
En cañada Casavalle, la medida del oxígeno consumido por las bacterias, llegó a ser 11 veces superior al límite permitido (10mg/l). El calor y la consecuente mayor evaporación hacen que la vida allí sea un milagro. En invierno la situación, al menos, mejora.
Las concentraciones de nitrógeno total y fósforo total también excedieron los límites máximos. Un ejemplo: en cañada Casavalle el nitrógeno total llegó al 25mg/l cuando, no puede superar los 1,87mg/l. Podría parecer bueno que las aguas estén repletas de nutrientes, pero, si hay un exceso, las plantas crecen en abundancia y, cuando mueren, se pudren, consumiendo más oxígeno, matando todo a su alrededor.
Mal olor
El arroyo Pantanoso no puede con su vida porque casi no tiene. Cómo tenerla cuando en verano alcanza las 6,12 unidades tóxicas y en invierno tiene 4,78, ambos parámetros dentro de la categoría muy tóxico.
Allí la afectación acumulada y creciente se debe a que desde Cuchilla Pereira hasta la bahía recibe descargas de aguas residuales domésticas e industriales y desechos de la clasificación informal que le impiden autodepurarse.
A lo largo de su curso y en todo el año, la presencia de coliformes fecales estuvo muy por encima de la normativa: 1 millón, 500 veces más al límite permitido.
En general, Brena reconoce que se está “lejísimo” de la meta. Alguna vez se ha registrado hasta 10 millones. Por debajo de los 10 mil coliformes fecales por cada 100 mililitros, la IMM considera que lo tiene “bajo control”.
El oxígeno disuelto, por su parte, no llegó al 0,1 mg/l, cuando el valor mínimo es 5 mg/l. La misma suerte corrieron los restantes parámetros que se miden, todos sobrepasaron los límites permitidos.
Brena explicó de ello fue el resultado de las descargas importantes, pero puntuales, que se producen por las obras del trazado del saneamiento. “Es una situación temporaria hasta que concluyan las obras”, afirmó.
El futuro del Pantanoso está jugado a las obras de realojo de las familias, reacondicionamiento de los terrenos y de saneamiento, pero Brena sabe que será difícil. “Hay lugares que no es fácil regularizar, que no se va a poder”, apuntó.
Un poco mejor
Los arroyos Las Piedras y Carrasco presentan un panorama un poco más alentador. Pero no tanto. Tres estaciones de muestreo de las cinco de Las Piedras arrojaron valores correspondientes a “aguas deterioradas”. Las estaciones del arroyo Carrasco, en cambio, registraron “aguas brutas”, una categoría de calidad superior.
La presencia de coliformes fecales se escapó de la tabla en ambos casos: 10 mil FC/100ml para el primero y hasta 32 mil para el segundo.
En relación a la demanda biológica de oxígeno (DBO5), todas las estaciones del arroyo Las Piedras cumplieron con la normativa con excepción de la ubicada en la avenida César Mayo Gutiérrez. En esta se observó un “notorio” deterioro en la calidad del agua debido a la descarga de efluentes domésticos. Una buena noticia fue que no se detectaron concentraciones de metales pesados (cromo y plomo). Pero le sigue una mala: el fósforo total y el nitrógeno total superaron el límite a lo largo del año.
Más calor, más problemas
Las proyecciones acerca del cambio climático señalan un aumento de la temperatura del agua y la variación de los fenómenos extremos, incluidas las crecidas y sequías, con lo cual se agudizaría el deterioro de la calidad de agua por múltiples causas, incluyendo el incremento en la carga de sedimentos, nutrientes, carbono orgánico disuelto y patógenos. Algunos de los cambios más preocupantes como consecuencia de los impactos antes mencionados por el informe serían la reducción del contenido de oxígeno disuelto en agua, alteraciones en el hábitat, así como la distribución de los organismos acuáticos, modificaciones de las condiciones bacteriológicas, cambios en la estratificación térmica de la columna de agua, alteraciones en el ciclo de nutrientes, floraciones de algas tóxicas, entre otros.